Padres helicóptero, desarrollemos el autocontrol

Desarrollar el autocontrol

  • Ayude a su hijo a expresar sus emociones con palabras, especialmente las negativas. Utilizando el lenguaje, no tendrá necesidad de descargar toda su rabia, su tristeza o su miedo en un comportamiento violento o impulsivo.  A continuación, anime al niño a encontrar sus propios recursos para afrontar una determinada emoción negativa, a encontrar sus propias estrategias sin decirle lo que tiene que hacer. Adquirirá a la vez conciencia de su emoción y mantendrá su comportamiento dentro de unos límites para respetar a los demás y a sí mismo.

  • Es normal sentir estas emociones y tu hijo necesita saber que tú también las sientes. El paso más importante es reconocer esa emoción, acogerla sin juzgarla. Los niños necesitan tanto ser comprendidos como sentir que usted siente las mismas emociones que ellos, en diferentes momentos de la vida. Si ve que estás enfadado con alguien y tiene razón, díselo, ganará confianza en su propia capacidad para entenderse a sí mismo y a los demás.

  • Un juego para desarrollar el autocontrol es el juego del silencio. La única regla: no hacer ruido y no hablar. Tal vez lo hagas en momentos en los que necesites estar tranquilo, como la primera vez que fuisteis a la biblioteca a buscar nuevos libros para leer juntos. Quien consiga no hacer ruido, gana.

¿Qué hacer?

  • Si el niño no quiere hacer los deberes, el papá/mamá helicóptero le obligará a hacerlos y no aprenderá las consecuencias de sus actos y siempre existirá este problema. Es más cómodo para el niño pero no es productivo.

  • La sobreprotección es diferente de la protección: ¡divide cuáles son los peligros (de los que tienes que protegerle) de cuáles son los buenos retos que el niño puede afrontar por sí mismo! El niño aprenderá que, incluso ante el fracaso, con su propio compromiso y capacidad puede hacerse cargo de la situación y triunfar.

  • Si el niño se cae, valora si llora porque realmente se ha hecho daño o porque está asustado: pregúntale y trata el susto, sin menospreciarlo, o el dolor. Pregúntale y atiende su susto, sin menospreciarle a él ni al dolor. Estate dispuesto a aceptarle emocionalmente cuando se raspe la rodilla, sin sobreprotegerle. Esto le permitirá saber en el futuro que usted está ahí emocionalmente para escucharle cuando esté bien.

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