Pero, ¿cuáles son estos requisitos previos?
Habilidades de comunicación y lenguaje
El aprendizaje de la lectura y la escritura requiere la adquisición de competencias lingüísticas, incluidas las léxicas y gramaticales, las narrativas, las fonológicas y, en particular, las metafonológicas. Las habilidades metafonológicas se refieren a la capacidad de percibir, reconocer y «manipular» los sonidos que componen las palabras, de forma similar a la música. En el último año de preescolar se entrena la metafonología global jugando a unir o descomponer las palabras en sílabas, a reconocer las rimas o la sílaba inicial de una palabra.
Habilidades narrativas
Otra habilidad importante para el aprendizaje futuro, especialmente para la comprensión y la redacción de pasajes, es la narración, es decir, la capacidad de contar historias y acontecimientos personales de forma clara y estructurada. Esta habilidad comienza a desarrollarse alrededor de los 3 años, cuando los niños empiezan a contar breves historias autobiográficas, y continúa desarrollándose y creciendo a lo largo de la vida. Esta capacidad es fundamental para organizar el pensamiento lógico y el razonamiento verbal, para dar sentido a los acontecimientos y a uno mismo, a sus esperanzas, recursos, limitaciones y expectativas. La narrativa permite construir y compartir significados personales y colectivos entre los individuos.
Habilidades visuales/gráficas-motoras
Las habilidades visuales-motoras incluyen la capacidad de elaborar estímulos visuales y atribuirles un significado; la elaboración espacial, relacionada con la capacidad de elaborar las características de orientación espacial de las entradas visuales. Pero también los aspectos relacionados con la motricidad, como la presión del cuello, la presión ejercida sobre la niebla, la postura y otros.
Si además se habla de habilidad grafo-motriz, entonces nos referimos a la correcta impugnación para poder realizar los juegos gráficos de la manera más fluida y funcional. Se trata de una capacidad de coordinación manual fino-motora que se integra con las visuales y con la capacidad de uso sinérgico de todas las manos en la posición correcta del fogón.
Las actividades de pregrabación sirven para imponer un buen enfoque de la escritura.
Escribir significa coordinación: esta capacidad debe afinarse en los niños, acostumbrados a moverse sin reglas. Comienzan con actividades verticales en las que participa todo el cuerpo. Y sólo entonces pasamos a las actividades horizontales, destinadas a enseñar a los niños el uso correcto de un piano (como una mesa) para realizar actividades de escritura más refinadas.
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Habilidades lógico-matemáticas
Las habilidades lógico-matemáticas son la base para el desarrollo de las futuras habilidades aritméticas e incluyen varias habilidades:
Conocimiento del conteo de números: capacidad de contar hasta veinte, con especial atención a los números -Doce (unoDoce, dosDoce, tresDoce, etc.).
Asociación entre un número/nombre de número y la cantidad correspondiente: Capacidad para leer números arábigos (por ejemplo, 1,2,3) y asociarlos a una cantidad.
Contar: Después de aprender la serie numérica, el niño empieza a utilizarla para contar, primero señalando cada elemento y luego mirándolo solo. El niño debe entender que el último número pronunciado representa la cantidad de ese conjunto.
Capacidad para colocar elementos de diferentes tamaños en una secuencia ordenada (por ejemplo, del más pequeño al más grande) y capacidad para comparar conjuntos con diferentes números.
Discriminación auditiva-visual
Visual: la capacidad de analizar visualmente dos estímulos, activando una comparación entre ellos, captando sus características más importantes y reconociendo un grafema (por ejemplo, p, t, etc.) entre otros signos gráficos.
Auditivo: permite reconocer las características fonéticas de un mensaje para poder memorizarlo y reproducirlo; muchos fonemas (por ejemplo, p/b/d) son similares entre sí a nivel auditivo, por lo que es esencial poder discriminarlos para el futuro aprendizaje.
Capacidad de atención
La atención nos permite concentrar la actividad mental en una tarea específica, aumentando así su eficacia. Las funciones atencionales nos permiten seleccionar la información del entorno externo según su relevancia e irrelevancia, lo que nos permite modular la cantidad de recursos cognitivos comprometidos para realizar una o varias tareas de forma adecuada, cambiar la atención de una tarea a otra y mantener la concentración a lo largo del tiempo.
La metacognición, es decir, el conocimiento de la atención y su control voluntario, apoya las capacidades atencionales (Cornoldi, 1995). A partir de los 4 años, los niños empiezan a desarrollar ideas sobre la atención pensando en ella. A la edad de 7-8 años, se darán cuenta de que cuando se distraen, pueden hacerlo por factores externos, como el ruido, o por factores internos, como los pensamientos, la angustia.
Es esencial desarrollar una buena capacidad de atención para mantener el aprendizaje de las habilidades básicas.
Funciones ejecutivas
Funciones ejecutivas (FE): Este término se refiere a un conjunto de funciones cognitivas que entran en juego cuando tenemos que realizar tareas complejas, no automatizadas y orientadas a objetivos.
Las funciones ejecutivas son transversales y están vinculadas a todas las demás actividades. Incluyen la planificación y la elección de estrategias, el control de la propia conducta, el autocontrol, la flexibilidad mental y, en general, la capacidad de seguir lo que ocurre o de reaccionar adecuadamente ante situaciones complejas del mundo real.
Conceptos topológicos
Los conceptos topológicos son nociones sobre el espacio que nos rodea.
Ayudar al niño a adquirir estos conceptos es muy importante para el aprendizaje y la orientación, para facilitar la comprensión de las relaciones entre uno mismo y el entorno.
En el proceso de escritura y lectura, las referencias espaciales son fundamentales para situar las letras en la dirección correcta y consolidar todo el proceso de alfabetización.